Visitar Chordeleg fue como entrar a un rincón mágico del tiempo. Desde que puse un pie en su plaza central, sentí una energía serena y artesanal, como si el pueblo entero hablara en susurros de hilos de oro, historias antiguas y manos sabias.
☕ Una llegada con sabor a tortillas y café
El día comenzó con una caminata tranquila por la plaza central, que nos recibió con su aire limpio, bancas llenas de historias y el murmullo de los vecinos saludándose entre sí. Apenas llegamos, el aroma irresistible de unas tortillas de tiesto recién hechas nos atrapó. No pudimos resistirnos. Nos sentamos bajo la sombra de un árbol y las acompañamos con un café calientito. Era como un abrazo para el alma.
Mientras comíamos, entablamos conversación con algunos vecinos del lugar, quienes con esa calidez típica del Austro ecuatoriano, nos recomendaron almorzar en el mercado central. “Tienen que probar el hornado con cascaritas”, nos dijeron. ¡Y qué razón tenían! El hornado estaba jugoso, y las cascaritas crujientes, una delicia típica que vale la pena saborear sin prisas.
💍 Conversaciones con la historia: la joyería La Huaca
Uno de los momentos más memorables del día fue la visita a la Joyería La Huaca, atendida con dulzura y pasión por la señora Cumandá Espinosa. Al entrar, un aroma a metal trabajado con cuidado nos envolvió. Cada vitrina reflejaba no solo joyas, sino relatos. Fue ella quien, con una voz pausada y firme, nos contó la historia del lugar.
Chordeleg, cuyo nombre proviene del cañari “churic-lec” que significa “llanura de oro”, fue hogar de antiguos pueblos que dominaban el arte de la orfebrería. Bajo la iglesia central, según nos relató Cumandá, se encontraron huacas, piezas sagradas de metal que revelan un pasado de profunda conexión espiritual y artística. Estos asentamientos indígenas no solo trabajaban el oro, sino que lo transforman en lenguaje: en pendientes que hablaban de fertilidad, en collares que narraban jerarquías, en brazaletes que protegían a quienes los portaban.
Cumandá no solo es joyera, es narradora de memorias. En su taller, cada pieza guarda un eco de esos tiempos. Nos mostró anillos inspirados en huacas ancestrales, colgantes que imitaban formas rituales y aretes con grabados cañaris. “Aquí no vendemos joyas”, nos dijo sonriendo, “aquí devolvemos el alma a la tierra”.
Y bueno… entre tanta historia y belleza, no me pude resistir. ¡Obvio que salí con unas cuantas joyitas nuevas! Unos aretes que me guiñaron el ojo y un dije que, según Cumandá, simboliza protección. Ya saben, por si las dudas… y porque uno también merece brillar un poquito.
⛪ Vestigios de oro bajo la iglesia
En nuestra caminata por el pueblo, luego de escuchar la historia, visitamos la iglesia del centro. Una construcción sobria, blanca y acogedora. Imaginaba como bajo esa imponente construcción se encontraron vestigios de oro y joyas antiguas. Tesoros escondidos de la época Cañari que ahora forman parte del patrimonio invisible que aún vibra en el suelo de Chordeleg.
💒 Testigos de una historia de amor… ¿y las ganas de casarse otra vez?
Mientras recorríamos una de las muchas joyerías del lugar, fuimos testigos de una escena que nos llenó el corazón. Una pareja de enamorados estaba escogiendo su anillo de bodas. La emoción en sus ojos, las risas nerviosas y los susurros de amor… fue como ver el alma de Chordeleg latir en tiempo real.
Y no les miento, ¡me dieron unas ganas tremendas de volverme a casar! Aunque sea simbólicamente, conmigo misma… pero con joyas así, ¿quién no se anima a un “sí, acepto”?
🏡 Caminatas entre casas coloniales y vitrinas llenas de arte
Seguimos caminando por las calles principales de Chordeleg, con sus casas de estilo colonial, balcones floridos y puertas de madera. Cada cuadra es una postal. Las vitrinas de las joyerías brillaban con luz propia: anillos, aretes, collares, amuletos, dijes… todo hecho a mano, con amor y con siglos de tradición.
No podíamos dejar de mirar. En cada pieza se podía sentir la dedicación y el linaje de artesanos que han aprendido el oficio generación tras generación.
🎨 Feria artesanal en la plaza
De regreso a la plaza central, nos encontramos con una feria artesanal que se organiza cada fin de semana. Allí hay de todo: artesanías, recuerdos, sombreros tejidos, bordados, productos de hortalería local, y por supuesto, joyas. Todo hecho a mano, con cariño, con identidad.
Fue hermoso ver cómo la comunidad se organiza, comparte y preserva sus saberes. Cada sonrisa, cada conversación con los artesanos, nos hacía sentir más en casa.
🚌 ¿Cómo llegar a Chordeleg?
Llegar es muy fácil. Desde el Terminal de Cuenca, salen buses constantemente hacia Chordeleg. El viaje dura alrededor de 45 minutos y el precio del pasaje es accesible. Lo ideal es ir temprano para disfrutar todo el día.
💛 Chordeleg me abrazó con su arte
Salir de Chordeleg fue difícil. Sentí que dejaba un pedazo de mí entre sus vitrinas doradas y sus tortillas de tiesto. Este no es solo un lugar para comprar joyas, es un pueblo que guarda tesoros en el alma: historias de amor, memorias ancestrales y un arte que sigue vivo gracias a manos como las de Cumandá.
Si algún día necesitas reencontrarte con la belleza de lo simple, con lo auténtico, ven a Chordeleg. Camina, escucha, come, pregunta… y deja que este rincón de oro y corazón te cuente su historia.

Article written by Lia – Holistic Coaching | Instagram: @lia_hec | WhatsApp: +593 979881234 | Photos: personal file