En el camino de crecimiento personal, la naturaleza nos da la oportunidad de vibrar en sintonía con lo más puro y esencial, con lo que nos hace sentir parte del todo, parte viva de la tierra. Así fue como llegué al Páramo de El Ángel, en la provincia del Carchi. No lo busqué en realidad, fue como si él me hubiese llamado, como si este ecosistema sagrado me estuviera esperando desde hace mucho.
Ubicado al norte del Ecuador, cerca de la frontera con Colombia, este páramo es un mundo aparte. Un santuario natural donde el frío no duele, sino que despierta. Donde el silencio no asusta, sino que calma. Donde el aire es tan puro que parece que limpia cada pensamiento denso que traemos cargando.
En esta emocionante travesía fuimos entre amigos, entre risas y chistes nos fuimos adentrando al lugar, se sentía ya la humedad de los pajonales, hubo un momento en el que sentí que estaba caminando hacia dentro de mí misma. La neblina ligera que se levantaba entre los cerros, la vegetación andina que parecía salida de un cuento, y sobre todo, los frailejones, esos guardianes del páramo que crecen lentos, pacientes, sabios… todo me hablaba.
🌬️ Un paisaje que toca el alma
El páramo de El Ángel es único. Lo primero que salta a la vista es su particular vegetación. Los frailejones, con sus hojas suaves cubiertas de vellos plateados, dominan el paisaje. Pueden vivir más de 100 años y crecer muy lentamente, lo que los convierte en un símbolo de resistencia, paciencia y sabiduría ancestral.
Estar rodeada de ellos fue como estar entre sabios que han visto pasar siglos. Caminaba en silencio y me detenía a observarlos, a tocarlos con respeto. Parecía que sus hojas susurraban secretos del tiempo, de la tierra, de la vida.
El suelo es húmedo, esponjoso en algunas zonas, cubierto de musgo, líquenes y pequeñas flores andinas. Hay lagunas cristalinas que reflejan el cielo como espejos sagrados. La Laguna El Voladero, por ejemplo, es una de las más conocidas, y cuando llegas allí, no puedes evitar quedarte en silencio, contemplando la inmensidad.
🌀 Caminar hacia adentro
Lo más hermoso de caminar por este páramo es la forma en que te transforma. No es un lugar para ir con prisa. Es un lugar para detenerse, respirar profundo y sentir.
En un momento del recorrido, me senté sobre una piedra, cerré los ojos, y solo dejé que mi mente se aquietara, solo respiraba conscientemente, esto me resulta bien cuando quiero soltar alguna emoción retenida. Fue como si el páramo me abrazara, como si me susurrara: “estás a salvo, puedes soltar, puedes confiar”. Lloré un poco, lo confieso. Pero fue una de esas lágrimas dulces, que limpian, que renuevan.
Advertí cómo la energía de este ecosistema entraba por mis pies, subía por mis piernas y se instalaba en mi pecho. Una energía antigua, poderosa, amorosa.
🔮 Un lugar sagrado
Los pobladores ancestrales sabían que este páramo era un lugar especial. Cuentan que en tiempos antiguos, aquí se hacían rituales para agradecer a la Pachamama, para pedir por buenas cosechas, por salud y protección. Todavía se pueden sentir esos rezos suspendidos en el aire.
El Páramo de El Ángel no solo abastece de agua a comunidades enteras, también guarda memorias vivas, conocimientos de la tierra que no se aprenden en libros, sino en el silencio y la escucha.
🏕️ Recomendaciones para tu visita
Si decides visitar este lugar, ve preparada. El clima puede cambiar rápidamente, así que lleva ropa abrigada, impermeable, calzado cómodo, agua y algo de alimento de preferencia snacks que te aporte energía. No hay servicios turísticos desarrollados dentro del páramo, y eso es justamente lo que lo hace mágico: aún está intacto, puro.
Si vas en grupo, háganlo en silencio al menos por momentos. Este lugar no es solo para ver, es para sentir. Si puedes, medita, escribe, camina descalza un momento si el frío te lo permite. Llévate tus preguntas… quizás el páramo tenga alguna respuesta.
Para poder llegar a la reserva se puede ir por la carretera Panamericana hasta Bolívar, de ahí desviarse hacia García Moreno y El Ángel. En este último cantón, buscar el Redondel del Milenio, y de ahí seguir hacia La Libertad. Desde El Ángel en adelante el camino está bien señalizado. Seguro llegas sin problema.
💚 El regreso, diferente a todo
Cuando salí del Páramo de El Ángel, dejaba no solo un hermoso lugar, había dejado atrás un antiguo peso. Me fui con el corazón más liviano, los pulmones llenos de aire puro, y la certeza de que la naturaleza no solo sana: nos recuerda quiénes somos.
Ahora entiendo por qué me llamaba. Y también entiendo que a veces, para reencontrarte contigo misma, solo necesitas perderte un poco entre frailejones milenarios, escuchar el murmullo de una laguna sagrada y caminar al ritmo de la tierra.
El Páramo de El Ángel no es un destino. Es un portal.

Article written by Lia – Holistic Coaching | Instagram: @lia_hec | WhatsApp: +593 979881234 | Photos: personal file