Un viaje que transforma
Ubicada al noroccidente de la provincia del Carchi, la Comunidad de Chilmá Bajo no solo es un destino: es una travesía del alma. Partimos desde Tulcán y, a medida que avanzábamos, el paisaje cambiaba con nosotros. Pasamos por el páramo alto, abrazados por el viento andino y escoltados por la imponente presencia del volcán Chiles. Cada curva revelaba una postal distinta. Y mientras descendíamos, el clima también nos hablaba: el frío seco daba paso a una brisa más cálida, húmeda, llena de vida.
Donde vive el paisaje
En Chilmá Bajo, la naturaleza no solo se observa: se siente, se escucha, se huele. Las montañas verdes abrazan la comunidad, y los caminos de tierra nos conducen entre cultivos y quebradas. Las caminatas fueron mágicas. En el camino, un niño se nos cruzó con una sonrisa tímida; más adelante, un joven sobre un caballo saludó sin apuro, como quien tiene tiempo para vivir. La música también nos acompañó: el eco de una guitarra llegó desde una casa lejana. Era un ensayo de ‘Los Rumberos del Valle’, un grupo local que le canta a su tierra con orgullo.
Una comunidad que cultiva con el alma
Aquí se cultiva mora y granadilla con dedicación, sin prisa, como si cada fruto heredara el carácter noble de su gente. Las plantas crecen en terrenos fértiles, rodeadas de neblina y sol. La tierra es generosa, y quienes la trabajan lo hacen con respeto y memoria. No hay agroindustria, hay conexión.
Raíces que susurran historia
Aunque el propósito del viaje no era una exploración arqueológica, fue inevitable sentir la fuerza ancestral que habita en estas montañas. La cultura Pasto, presente en gran parte del Carchi, parece estar latente en cada piedra tallada por el tiempo, en cada mirada que guarda silencio. Chilmá Bajo conserva esa energía que no necesita explicarse. Se intuye, se honra.
Cómo llegar
Desde Tulcán se puede tomar un bus en dirección a Maldonado. El viaje es largo pero hermoso, y vale cada minuto. Desde Maldonado, se puede coordinar transporte local o caminar parte del tramo para vivir de cerca la conexión con el paisaje. No es un camino turístico: es un camino real, de los que dejan huella en el corazón.
Reflexión final
Volver de Chilmá Bajo no fue fácil. Algo dentro de mí quería quedarse. Tal vez fue la música a lo lejos, los saludos sinceros, los campos sembrados o el silencio verde de las colinas. Tal vez fue todo junto. Esta comunidad no busca turistas. Busca encuentros. Y cuando llegas, te das cuenta de que hay lugares donde no vas a tomar fotos: vas a tomar consciencia.
Escrito por Lia 🌸
Amante del silencio, de la tierra húmeda y de las historias que susurran las montañas.

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